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Enfermar:
¿No sólo un defecto?
Martes 12 de noviembre 2024.
Hospital Universitario de la Princesa, Madrid.
Resumen-post del seminario
(Alvaro Daschner)
Siguiendo alguna línea que sigue de las presentaciones y debates del seminario previo «¿Qué es salud? Aportaciones desde distintas perspectivas“, este seminario tenía como título «Enfermar ¿no sólo un defecto?» y buscaba un marco científico y teórico que apoyase una idea recurrente del posible beneficio para el organismo de algunos estados de enfermedad y lo que tendría importantes repercusiones en la práctica médica y la actitud de los pacientes.
Así, Alvaro Daschner, médico alergólogo, comenzó en su contribución con el título «Organismo versus máquina» explicando lo que desde la antigüedad se ha considerado como organismo, sus propiedades y el marco conceptual actual. Hasta casi mediados del siglo pasado, no era infrecuente postular algún tipo de fuerza vital para explicar fenómenos de la vida y de los organismos, incluido el campo de la embriología. A esta visión vitalista se oponía la perspectiva mecanicista, pero una vez «superado» el vitalismo, se mantuvieron dos posiciones materialistas contrarias, con el reduccionismo por un lado y el organicismo por otro, último abordado por el Theoretical Biology Club (1932-), que debatía sobre la construcción de un marco teórico y metodológico en Biología y con el organismo como elemento fundamental de las Ciencias biológicas. Hoy, la caracterización mas escueta y aceptada incluye las propiedades de autonomía, autorregulación, autoconstrucción y automantenimiento que proporcionan al organismo la capacidad de persistir.
Muchos filósofos, entre los que se encuentran Ernst Kapp (1808 -1896) o Georges Canguilhem (1904-1995) buscaban una interpretación de la máquina como proyección evolucionada de los organismos, lo que se denominaría la concepción organocéntrica. Sin embargo, hoy predomina en la ciencia una concepción mecanocéntrica, que ve al organismo como una entidad cibernética o al genoma como un programa informático y al cerebro como computador. Mientras que esta visión tiene una utilidad heurística en investigación y el conocimiento, deja fuera múltiples aspectos de la vida y en la práctica médica al individuo, la conducta como resultado de un libre albedrío. Siempre siguen existiendo motivos para dudar de los postulados similares a la cita de Lewontin en 1996: «The ur-metaphor of all modern science, the machine model that we owe to descartes, has ceased to be a metaphor and has become the unquestioned reality: Organisms are no longer like machines, they are machines«
De la segunda ponencia con el título «Homeostasis y alostasis» se encargó Sari Arponen, médica internista, que igualmente presentó un repaso de la historia más reciente en la investigación bio-médica, comenzando con Claude Bernard (1813-1873) que acuñó la idea del «medio interno», pasando por Walter B. Cannon (1871-1945), que detalló en el libro «The wisdom of the body» todas las funciones y parámetros medibles en sus tiempos y la homeostasis como mecanismo biológico del organismo que a través de sistemas reguladores mediante mecanismos cooperativos busca una constancia del sistema abierto como lo representa el cuerpo orgánico. Pero la constancia es relativa porque p.e. en el desarrollo ontogenético de un organismo la homeostasis se convertiría en homeorresis, concepto más utilizado en biología evolutiva que en fisiología humana, cuando un sistema sigue una dirección adaptativa dinámica hacia una condición particular. Se puede resumir la homeostasis como mecanismo de regulación de la variabilidad en los sistemas fisiológicos, y la alostasis como mecanismo de adaptación a las condiciones de alteración mantenida del sistema y de marcaje de una nueva linea de normalidad referencial.
Hablar de la respuesta al estrés en lo que Hans Selye (1907-1982) denominaba el síndrome general de adaptación y sus mecanismos fisiológicos, era necesario para comprender la alostasis como una adaptación dinámica con un punto de ajuste cambiante que «busca» ante una nueva situación mantenida en el entorno un nuevo equilibrio, entonces compensado, pero que según la diferencia con el punto de ajuste de la homeostasis, al requerir más recursos y/ o no estar disponibles para otras posibles funciones, puede llevar a situaciones patológicas a raíz de una carga alostática elevada. Estas situaciones pueden aparecer por ejemplo por una cronificación de la reacciones ante estresores repetidos o mantenidos con la participación del «cerebro predictivo» y la anticipación, para lo que Sari Arponen nos presentó varios ejemplos.
Finalmente, Alvaro Daschner rescató varias de las lecciones aprendidas desde las últimas dos presentaciones y el seminario previo para hablarnos del aforismo vis medicatrix naturae, idea existente desde la antigüedad y que postula la fuerza curativa de la naturaleza. ¿Cuáles eran y son las evidencias y en qué experiencias se basaba? Así comenzó de nuevo un viaje por la historia, donde, no sólo se había visto que alguna enfermedades podían prolongar la vida, sino que también algunos tratamientos de enfermedades agudas la podían disminuir, tal como fue propuesto por Ch. W. Hufeland (1762-1836). Pero si tanto se ha utilizado su nombre, así como el aforismo mencionado para justificar algunas vertientes de medicinas alternativas o complementarias, la intención era de encontrar evidencias que tengan cabida en nuestra perspectiva científica actual. Precisamente los mecanismos de automantenimiento y autorregulación mencionados en la charla sobre el organismo y la homeostasia o alostasia como mecanismos fisiológicos, presentados en la última charla, apuntaban a que los mecanismos evolutivos que han forjado a los seres vivos tenían mucho que decir. Y, cómo frecuentemente se dice, aunque la selección natural actúa sobre la eficacia biológica y no sobre el bienestar, está en el interés del organismo mantener al menos un mínimo de salud que le facilite su función biológica. Pero es precisamente aquí, donde existe el hiato entre la salud biológica y la individual percibida.
Otro argumento potente fue la hipótesis muy plausible propuesta por Nicholas K. Humphrey (*1943) que, teniendo en cuenta el diferenciado uso de energías y recursos para las diferentes estrategias vitales (crecimiento, mantenimiento, defensa, reproducción) y teniendo en cuenta una estimación de situación actual y futura de los recursos disponibles, además del estado de la salud, ante situaciones de p.e. infecciones, traumatismos o carencias, la respuesta inmune o de defensa en general ante previsiones “pesimistas” puede ser sub-óptima, lo que en caso de la emergencia de enfermedad en esa situación deja un buffer abierto para actuar el organismo (la conducta especialmente importante en el ser humano), la propia naturaleza (vis medicatrix) o el efecto placebo.
Se puede concluir que ante una situación de enfermedad (aguda) sí que se debería tener en cuenta del prinicpio vis medicatrix naturae, sin caer en la trampa naturalista de “lo natural es mejor que lo artificial”, que corresponde a un juicio de valor. Se rescató además el concepto del seminario previo, la frónesis (prudencia: habilidad para decidir cuándo y cómo hay que actuar), que debería ser la base para el médico, pero también para el paciente y el sujeto aún no enfermo.
En los debates destacó la preocupación por cómo se podía abordar el cambio individual cuando algunas enfermedades (p.e. obesidad) surgen de una desadaptación a un entorno difícilmente cambiable. Si por un lado el personal sanitario está implicado en la educación en aquellos modos de vida potencialmente modificables, la situación socio-económica como determinante de enfermedad en algunos (o muchos) casos, no sólo es difícilmente abordable por el individuo, sino que cambia la perspectiva de actuación a la sociedad. Y, volviendo al seminario previo y apuntando a una definición de salud, ésta sólo se concebiría como relación entre un organismo y su entorno, de modo que ¿sería el entorno el enfermo?
Otro aspecto debatido ha sido la hipermedicación en nuestros tiempos, que tiene la paradoja de que la falta de tiempo para atender adecuadamente a los pacientes arriesga en un aumento de prescripciones farmacológicas. Se preguntó si la frónesis se adquiere con la madurez y se recetaría menos. Al respecto Alvaro Daschner, opinó que sí es de esperar una mayor prudencia cuando el entorno profesional también lo ejerce, y que sí encuentra una actitud más (incluso demasiado) pro-activa (en cuanto medicación no siempre justificada) no sólo en los compañeros jóvenes, sino también en esta generación frente a 20 o 30 años antes.
De izquierda a derecha:
María-José Trujillo (Coordinadora),
Avaro Daschner (Coordinador y ponente)
Rafael Tomás Cardoso (Coordinador)
Sari Arponen (Ponente)
Nuestros seminarios son visitados por un número ideal de asistentes para este formato de seminarios de entre 25 y 30. Son interesados, entre otros, de los campos de Biología, Medicina, Antropología, otras Ciencias de la Salud, pero también de las Humanidades.
La Dr.a Sari Arponen ha escrito varios libros, de los que destaca este sobre la microbiota.
Nota posterior (A. Daschner): no hay que entender que toda sintomatología o enfermedad aguda deba dejarse sin tratar o abordar. En este sentido se aplica el principio del detecto de humos, en Medicina Evolutiva, que nos ensaña que muchas reacciones defensivas son falsas defensas y preventivas. Esto justificaría el tratamiento sintomático si el paciente así lo desea. En las deliberaciones presentadas y debatidas durante el seminario faltaba diferenciar enfermedades agudas, o crónicas, de la civilización frente a las ancestrales, etc., lo que se planteará en futuros seminarios.